Habían pasado apenas unas pocas semanas después de asumir en junio de 1990 la responsabilidad desde la Dirección Ejecutiva de la Municipalidad de San José, cuando en el rol de audiencias me reportan la llegada de dos mujeres sonrientes, impetuosas y con la convicción de promover la ciencia y la tecnología, desde una Fundación que apenas se acercaba a los dos años de constituida.
“¿En qué podemos ser útiles desde el gobierno local de la capital?”, les consulté a Alejandra León Castella e Isabel Vargas, esas visitantes de CIENTEC recién llegadas a mi oficina. Estábamos entonces en el piso 10 de aquel edificio que utilizábamos en la Avenida Segunda. Se gestaba así el inicio de una relación de respaldo municipal para contribuir a popularizar la ciencia, lo tecnológico, la era espacial y sus astros, destacando posteriormente la bella publicación y tradición del Lunario de cada año, hasta la fecha.
Pusimos empeño para que meses después, lográramos la firma de un Convenio de cooperación entre ambas entidades, que permitió entre otras cosas, ceder luego un espacio dentro de la misma Municipalidad para que desde ahí funcionara CIENTEC, y se lograra ampliar el saber de todas esas áreas de proyección de esta incipiente Fundación.
La inversión de recursos públicos para promover la innovación tecnológica, el conocimiento científico y hasta las matemáticas no era habitual, pero fue posible gracias a la seguridad, la confianza y la seriedad que la Directora Ejecutiva de CIENTEC, le ha impreso a todo este esfuerzo. Como parte del desarrollo conjunto entre la Fundación y la Municipalidad, surgió la posibilidad de planear un Planetario en nuestro país, para fomentar desde ahí que los niños y jóvenes se acercaran a la comprensión del mundo del cosmos, los distintos fenómenos espaciales como cometas, eclipses y lluvias de estrellas, entre otras.
Esto nos colocó en la necesidad de ir a conocer experiencias similares en otras partes del mundo y, para ello, se incluyeron visitas a otros planetarios y museos, en viajes a ciudades en norte y sur de América, así como en Asia. En algunas de estas aventuras, Alejandra se convirtió en una aliada compañera de viaje, por ende una pasajera muy acuciosa, siempre preguntando todo y más, en las distintas instituciones que nos recibían, para que esa suma de experiencias se pudiera capitalizar directamente para esa opción del Planetario en la capital. Hasta se pudo identificar una atractiva loma al oeste del cantón central, donde podía ser ubicado este ambicioso proyecto. Posteriormente, por distintas razones políticas y financieras, tuvimos que dejar de lado ese anhelo.
Sin embargo, se desarrollaron muchas actividades dirigidas a poblaciones vulnerables y en parques municipales, con observaciones del cielo nocturno que reunían cientos de participantes cada año. También se trabajó con las bibliotecas municipales, llevando ciencia interactiva, recursos para el aprendizaje y estímulo a las vocaciones científicas y tecnológicas de la juventud.
De todo esto hablan tres décadas de servicio apasionado de quienes integran CIENTEC, lo que conlleva un reconocimiento explícito de todos aquellos que hemos seguido sus logros y trayectoria, bajo un claro liderazgo y principios sólidos. El sello de esta Fundación ha traspasado fronteras, porque si ha sido posible hacer realidad esa popularización científica y tecnológica en beneficio ya de dos generaciones como mínimo, y así se les ha reconocido tanto en Costa Rica como en distintas ciudades del mundo.
Con los años, el vínculo trascendió la relación profesional y permeó la relación familiar, al punto de compartir la celebración de nuestra boda en julio de 1994. Esta hermosa amistad se ha mantenido hasta la fecha, observando en Alejandra un referente respetuoso de que todo aquel que le imprime pasión a sus sueños, los puede hacer realidad, con perseverancia y disciplina.
Que estos primeros 30 años de servicio, sean la plataforma oportuna para el despegue hacia mundos poco explorados para obtener más saber, y así poder llegar a traspasar más fronteras que permitan descubrir más y mejores conocimientos científicos, matemáticos y tecnológicos en bienestar de un mundo más competitivo, fundamentado en el bienestar humano.
Felicidades a toda la familia de esta ejemplar Fundación, a sus fundadores, a sus líderes, seguidores, voluntarios y personal que con su aporte, engrandecen a Costa Rica.
¡Viva CIENTEC!