Yo tenía 8 años cuando una noche regresábamos de casa de mi abuelita y observé una hermosa Luna llena. Mi papá me dijo “vea que linda está la Luna, hasta la bandera de los gringos se ve”… me explicó que los estadounidenses habían llegado a la Luna en una nave espacial, habían caminado en la Luna y puesto una bandera. Esa noche, más tarde, me quedé observando los detalles en la Luna y claro, tratando de encontrar la bandera.
Ese fue, sin duda, el inicio de una curiosidad que nunca más me ha abandonado: observar el cielo nocturno y tratar de descubrir sus secretos.
Poco tiempo después, mi familia me obsequió mi primer telescopio para una Navidad: un modesto refractor de 60mm. ¡Para mí fue algo maravilloso! Poder descubrir con más detalles los cuerpos celestes; observar los cráteres y montañas en la Luna, Júpiter y sus satélites; los anillos de Saturno; la nebulosa de Orión… y esa curiosidad se convirtió en una afición por conocer y aprender del Universo y la naturaleza, cada día un poco más.
Para el eclipse total de Sol de 1991 en Costa Rica, escuché de un grupo de expertos que fueron a observar y estudiar el fenómeno natural a Puntarenas y Guanacaste. Eran los miembros de CIENTEC; yo solamente los pude ver por televisión, pero pude maravillarme con el eclipse de Sol desde mi casa en San José.
Otro día una compañera de trabajo me dijo que su hermano iba a una observación de una lluvia de meteoros. Luego de buscar por todas partes, logré encontrar la oficina de CIENTEC (en ese momento no existía las facilidad de las redes sociales de hoy en día, que con solo poner un nombre y hacer un clic se abre un mundo nuevo de información, y encontramos lo que queremos con ayuda de una computadora o un teléfono inteligente en segundos). Fue así como en 1995 me fui con CIENTEC al Parque Nacional Volcán Irazú a ver la lluvia de meteoros Gemínidas en diciembre.
Esa noche, las nubes y hasta la lluvia nos impidieron observar los meteoros, pero el estar en un Parque Nacional por primera vez, conocer personas que compartían mi afición, aprender de ellos y la experiencia de salir a la aventura marcó mi vida para siempre.
Luego me enteré que CIENTEC no solamente observaba el cielo; también tenía un programa de giras educativas para visitas a diferentes proyectos, lugares, así como un programa de afiliación.
Fue en una visita a la Universidad EARTH en Guácimo, Limón, cuando tuve mi primer encuentro con el bosque tropical lluvioso. Allí conocí los monos aulladores, la serpiente tamagá, la espectacular ceiba y la complejidad de los bosques tropicales que yo solamente había visto en documentales de la televisión; maravillas que jamás hubiera imaginado que tenía Costa Rica. Entendí que este es uno de los países más privilegiados en biodiversidad a nivel mundial, y que es un paraíso para la observación de aves.
Vinieron muchas giras y nuevas experiencias para mí con la Fundación CIENTEC: observar el desove de tortugas lora en Ostional, conocer volcanes, viajar a las pirámides de Tikal en Guatemala, observar espectaculares cometas desde el Golfo de Nicoya como el Hale-Bopp y el cometa Hyakutake, eclipses de Luna y de Sol, observar la vía Láctea desde el Parque Nacional Palo Verde, seguir la migración de gavilanes desde la EARTH-Cahuita-Kekoldi y Panamá, entre otras.
Se me dio la oportunidad de formar parte del equipo de CIENTEC cuando, en el 2001, trabajé como mensajero para la Fundación. A partir de entonces, poco a poco fui aprendiendo más de astronomía, de la naturaleza y de todos los programas que realiza la Fundación para educadores y el público interesado en la ciencia y la tecnología.
Hoy en día me he convertido en un guía de astronomía y guía naturalista, gracias a aquel pequeño gesto que fue el comentario de mi padre y que sirvió para involucrarme, y gracias a una organización como CIENTEC que me permitió participar activamente en las actividades relacionadas con la ciencia.
En un mundo donde hay tanto que aprender y disfrutar, CIENTEC nos abre una puerta a todos; no solamente los científicos y personas profesionales en áreas específicas. Todos podemos formar parte de un mundo maravilloso que hay por descubrir y del que podemos aprender mucho.
Salir por un rato de esa rutina del trabajo y tomarnos un tiempo para observar el cielo, las aves, los insectos; por más pequeño que sea el detalle de la naturaleza y los fenómenos naturales que nos podemos encontrar día a día, vale la pena detenerse y admirarlo, porque solamente así nos podemos dar cuenta del tesoro que tenemos y que debemos cuidar para nuestras futuras generaciones. Hoy no solamente estamos destruyendo nuestro medio ambiente, sino que además estamos acabando con los cielos oscuros al llenar de luces nuestras ciudades y campos.
A doña Alejandra León y a don José Alberto Villalobos les debo mucho del aprendizaje en astronomía y de la naturaleza… ¡Cuántas aventuras juntos bajo el cielo, aprendiendo de ellos! También a la Junta Directiva de CIENTEC, cuyo trabajo y dedicación sin ningún beneficio personal –más que la satisfacción de ver los éxitos y el crecimiento de la Fundación – la ha llevado a cumplir 30 años al servicio de los costarricenses y al mundo entero, brindando capacitaciones, giras e información con la visión de la ciencia, y haciendo a un lado la superstición y las falsas noticias que buscan desinformar a la población.
La maravilla de Internet nos ha permitido ser uno de los sitios web más buscados en español a nivel latinoamericano; llevar a cientos de educadores a nivel nacional e internacional a los congresos de ciencias y matemáticas, así como involucrar a miles de personas, grandes y chicos en el mundo de la astronomía
No solamente es injusto sino imposible mencionar a cada persona que he conocido y que ha dejado una gran huella en mí, en mi formación y sobre todo en el apoyo y confianza en mi persona.
Los invito a formar parte de este gran viaje y apoyar los programas de CIENTEC; a disfrutar de las maravillas que tenemos en Costa Rica, a estar una noche bajo las estrellas, a salir a explorar y a estar al aire libre y maravillarse, como aquel niño de 8 años que jamás olvidará esa Luna llena.