En Fundación CIENTEC nos hemos ocupado, durante todo este tiempo, de una tarea apasionante: cómo acercar el conocimiento sobre ciencia a la mayor cantidad posible de gente. Mas allá de eso: cómo provocar, mientras hacemos lo anterior, un interés sostenible por la ciencia y la tecnología, en segmentos de población no naturalmente expuestos a este tipo de estímulos.
¿Han perdido relevancia estos propósitos? Hay varias razones por las que claramente podemos concluir que la tarea hoy es aún más relevante y pertinente. Eso nos imprime una doble sensación de re-energización y reto.
Antes de explorar esas razones, debemos reconocer que CIENTEC no sostiene una posición ni mesiánica ni aislada en la búsqueda de estos objetivos. Hemos hecho nuestro trabajo ligados y asociados a muchas organizaciones e individuos alrededor del mundo que, al igual que nosotros, reconocen la importancia de allanar caminos, facilitar el contacto y encender la imaginación en quienes son sujeto de nuestras actividades. No estamos solos; sabemos que el camino para alcanzar nuestra visión solo se puede lograr siendo parte de una ajustada trama de pensamiento crítico, que permita permeabilizar experiencias y conocimiento, y nos ayude en el esfuerzo de propagación. CIENTEC es un actor reconocido y potente entre los miembros de la sociedad mundial dedicada a la difusión científica.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD) encuentra, alrededor del 2015, que en sus países miembros hay una brecha significativa entre las oportunidades de acceso al conocimiento científico, cuando se comparan las poblaciones rurales y urbanas. La brecha favorece, lógicamente, a las poblaciones urbanas. La diferencia encontrada es de 31 puntos en las notas en ciencias, entre ambas poblaciones. A menos que los gobiernos se propongan medidas dirigidas específicamente a atacar ese problema, la diferencia solo crecerá, dejando a un sector muy importante de la población en un proceso de deterioro del conocimiento, que continúa creciendo a velocidades cada vez más altas.
Es seguro suponer que en los países en vías de desarrollo, con mayores proporciones de población aun en zonas rurales o urbanas marginales, el acceso al conocimiento sea más restringido y por tanto la brecha crecientemente mayor y más significativa.
Por otro lado, los datos alrededor del planeta siguen mostrando una cantidad baja de niñas con interés mantenido en la ciencia y la tecnología a lo largo de la primaria y la secundaria, a pesar del éxito de aquellas que finalmente elijen una carrera en estos campos.
Como elemento adicional en este corto análisis de entorno, nuestros países requieren cada vez mayores masas críticas en campos relevantes para su desarrollo económico y social. Difícilmente encontraremos disputa al hecho de que la ciencia ocupa aquí un lugar absolutamente clave.
Despertar motivaciones tempranas en nuestros niños y jóvenes, por aprender, apropiarse y comprender fundamentos básicos que expliquen la vida y el universo que les rodea, en todas sus formas, se correlaciona con que nuestra sociedad pueda contar con más actores que contribuyan al desarrollo de la ciencia y, tenemos la esperanza, a nuestro propio desarrollo, en un mejor balance con el planeta.
La pasión con la que abrazamos esta tarea en CIENTEC tiene razón, entonces, no solo en nuestro aprecio por la ciencia (que de por sí es grande, y sin duda nos mueve), sino en la responsabilidad asumida por contribuir a cerrar brechas geográficas, económicas, de género y cualquier otra que impida acercarse al conocimiento, romper los miedos y entender que la ciencia nos pertenece a todos.
Para cumplir con nuestro propósito hemos debido enfrentar enormes retos. El primero fue encontrar nuestra vocación pedagógica. Nuestra Dirección Ejecutiva atinó en dotar de un claro ingrediente lúdico a nuestro quehacer.
Volviendo al ejemplo de los países de la OECD, ellos han encontrado que las actividades de aprendizaje que se basan en la experiencia misma, ‘hacer’, generan a la larga mejores resultados de aprendizaje que aquellas más magistrales, independientemente de la capacidad de los maestros.
No nos hemos equivocado, entonces, cuando en el centro de nuestros esfuerzos ha estado dotar a los docentes costarricenses de herramientas que les permitan proponer a los estudiantes roles participativos, aprendizaje por encima de la enseñanza, experimentación, juego. Para ello hemos ido llenando nuestra caja de herramientas con las contribuciones de científicos de primer orden, de nuestro país y de lugares lejanos, quienes se han enamorado de lo que hacemos. Así, con el mayor compromiso y solidaridad, nos han prestado sus experiencias, regalado sus conocimientos, compartido su tiempo con nuestro equipo y con más de veinte mil profesores y maestros que, a lo largo de estas décadas se han beneficiado de nuestras actividades. Docentes de las geografías más remotas se han sentado en la misma mesa con hombres y mujeres de ciencia de largas y prestigiosas carreras. Perderle el miedo a la ciencia, y hacer amigos entre quienes la hacen, es parte de nuestro logro.
Otro gran reto ha sido hacer tanto, como hemos logrado hacer, con un mínimo de organización y de recursos. CIENTEC en sí mismo es un ejemplo didáctico de simpleza y eficiencia. Así hemos logrado caminar tres décadas a pesar de la poca disponibilidad de recursos para lo que hacemos, que posiblemente está en la visión de largo plazo de políticos y empresas, pero que muestra un día a día de carencias. Nos ha tocado una ruta de mucho esfuerzo porque para el corto plazo, en nuestros países, los recursos financieros han sido y siguen siendo muy escasos.
Sin embargo hemos encontrado en instituciones como los ministerios de Educación (MEP) y Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones (MICITT) un apoyo que agradecen nuestros beneficiarios. Sin ellos no podríamos haber llegado a este punto de madurez y satisfacción.
Nos proponemos, con nuevos bríos, seguir alimentando nuestra visión de un país con más y mejores científicos y tecnólogos. Esto debe ser producto de una mejor distribución del conocimiento; de un aprecio más natural y generalizado por entender las razones detrás de lo que sucede cada día a nuestro alrededor, en el medio físico, en todos esos objetos y sus relaciones, en la maravilla del cerebro humano. Seguir apoyando al país es un reto que se hace más grande y más relevante. Eso nos ilusiona.
Celebramos lo realizado con enorme satisfacción. Para seguir adelante con el sueño, necesitamos que cada vez más personas, instituciones, organismos, enamorados también de la ciencia, conocedores de su importancia para el desarrollo de nuestro país, se adhieran a la causa. Hay mucho que hacer, ideales por alcanzar. Les invitamos a ser parte de esta misión tan importante. En este barco con el que atravesamos el océano de conocimiento y oportunidades, aún hay espacio para el apoyo y la colaboración. Solo debemos acercarnos.